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  • Foto del escritorLaura Caparra

Educacion sexual en la adolescencia

Actualizado: 16 may 2022

Educar proviene del latín educare, educere se divide en ex (fuera de) y ducere que es guiar, conducir.

Las formas existentes de abordar el tema de la sexualidad suelen estar determinadas, consciente o inconscientemente, por creencias religiosas, preceptos sociales y culturales, históricos y políticos. De acuerdo al concepto e idea que tengamos sobre el cuerpo, nuestro cuerpo, nos ubicamos de diferente modo en las relaciones con los otros. El filósofo Baruch Spinoza, pensador de la era moderna, será uno de los primeros en ocuparse de pensar que "el cuerpo y el alma son una y la misma cosa", y al expresarlo rompe con la presunción clásica de pensar que hay una oposición entre cuerpo y alma. El cuerpo es tan constitutivo de lo humano como el alma.

Los aportes del psicoanálisis y su creador Sigmund Freud; nos permitió descubrir que una persona no accede a la sexualidad, sino que es constitutiva del sujeto desde su nacimiento. Las pulsiones sexuales serán el reservorio de goce propio del encuentro con el otro desde que nacemos. El descubrimiento de la sexualidad infantil, fue históricamente y lo sigue siendo en la actualidad, fuente de interrogantes, temores, ansiedades. La masturbación o la exploración del propio cuerpo en la niñez, la pregunta acerca de la diferencia entre los sexos, las teorías infantiles sobre el origen, las fantasías concomitantes son un ejemplo de las llamadas por Freud; Teorías sexuales infantiles. La falta de saber que nos habita en relación a la sexualidad se puede relacionar con que no es un concepto general o universal que se pueda aplicar de forma universal. Sera entonces, en la singularidad de cada uno que podremos acceder a un conocimiento sobre el cuerpo y el alma que nos habita como sujetos únicos que somos.

El final de la niñez inaugura la llegada de un tiempo que exige un trabajo subjetivo importante y es la adolescencia. Surgen conflictos relacionados a la sexualidad, intereses que se contraponen al deseo de los padres o a aquello establecido normativamente.

La obra del dramaturgo Frank Wedekind (Alemania siglo XIX), El Despertar de la primavera, desde su estreno a fines del Siglo XIX, hasta su galardonada adaptación para el musical de Broadway, El despertar de la primavera de Frank Wedekind, puso al descubierto el abandono de la infancia y el acceso a la adolescencia. Sus personajes son controversiales: Melchor, que vive atormentado por su ignorancia respecto de la sexualidad; Wanda, la protagonista femenina, que instiga a su madre acerca de los secretos de la concepción y el mundo de los adultos; Mauricio, sometido a una inmensa presión para alcanzar el nivel de un alumno aplicado, aprobar sus exámenes y mantener su lugar en el Liceo; Martha, quien no puede escapar de los abusos físicos de su padre...El descubrimiento del amor, las pasiones y las presiones de la adultez, el despertar sexual, la masturbación y la exploración del deseo, hicieron de la obra de Wedekind un terreno fértil en el siglo XIX, para reflexionar sobre el final de la niñez y el inicio de la adolescencia.

Hoy gracias a las diversas voces en el entramado social nos es posible nombrar como diversidad aquellas identificaciones que trascienden lo heteronormativo. También ocurre que el acceso a la información, en sus distintos canales, es una vía para acceder y conocer los derechos y las obligaciones en lo que respecta a la relación con los otros, adultos o pares. Sin embargo, chicos y chicas en una etapa adolescente, se enfrentan por primera vez a una elección que no es fácil, la elección del partenaire y ante la dificultad en lograr el ensamble entre deseo, sexualidad y amor. Los interrogantes acerca de si salir o no salir del closet, son circunstancias que si bien los avances sociales, en materia de derechos (cambio de identidad, matrimonio igualitario), y las representaciones existentes como LGTBQ, son referencias insoslayables; el encuentro con la sexualidad, con el deseo del otro como diferente al propio, tiene implicancias subjetivas particulares.

La necesidad de una consulta terapéutica se hace necesaria ante problemáticas relacionadas con la imagen que se tiene de sí mismo, que en ocasiones no se ajusta al ideal o ante los cambios producidos por la metamorfosis del cuerpo y el psiquismo que exigen un trabajo que requiere el acompañamiento de otro, ya sea un terapeuta o adultos capacitados para apuntalar el deseo del ahora adolescente. En otras ocasiones los conflictos provienen de que sea o no sea posible el encuentro con otros. Entendiendo que la imposibilidad del encuentro, por diferentes razones, provoca sufrimiento. También los ideales que provienen de los adultos, acerca de cómo debiera ser o qué debiera hacer su hijo/a/e, generan controversias y confunden el decir y el deseo propio. Aquí, el espacio terapéutico es propicio para escucharse y decidir de forma singular.

Transmitir y educar acerca de la sexualidad, requiere interrogarnos como adultos, en la responsabilidad de "guiar" y "conducir", abriendo nuestros propios preconceptos y limitaciones sobre el tema, para que algún saber sea posible.


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